martes, 8 de mayo de 2012

Somos lo que consumimos

Si el voto es la forma que tenemos de expresarnos en el campo político, el consumo es la forma que tenemos de expresarnos (como clientes) en los mercados.

Sobre este concepto se habla mucho y es el pilar sobre el que se crean ideas como el comercio justo o el consumo responsable (aunque en realidad deberiamos ser siempre responsables de nuestro consumo). Pero un poco más allá del valor añadido de los productos "responsables" se encuentra la clara expresión del consumidor, que al elegir esos productos, da la razón o apoya ideas, propuestas o incluso personas concretas.

Nuestro consumo, de este modo, apoya o desfavorece a los agentes del mercado como el pequeño comerciante, los nuevos diseñadores o los innovadores. Si el siglo pasado el saber popular decía "soy lo que como", ahora lo correcto es "soy lo que consumo", porque no sólo forma parte intrínseca de mi organismo, si no que expresa mi forma de pensar, mis valores y en lo que creo.

Esto se hace más cierto en la era de la información, cuando tenemos acceso a todo lo que hay detrás de cada oferta. Sabemos a quién apoyan los propietarios de los centros comerciales, dónde y cómo producen las grandes marcas, de qué está hecho el producto que elegimos en las estanterías... tenemos acceso a todo, desde los detalles más oficiales de las relaciones laborales con sus empleados hasta parte de sus ideologías y hábitos. No podemos alegar ignorancia, lo que sí se puede demostrar es despreocupación: y eso también habla de nosotros.

De lo que a veces no tenemos tanta consciencia es del apoyo que damos, a través de esa despreocupación a ideales que subyacen detrás de nuestro consumo. Si un empresario comunicara públicamente su apoyo a un tirano, por ejemplo, la compra de los productos de ese empresario sería un modo de apoyar su idea: ese empresario saca su poder de nuestro consumo, y ese poder lo invierte en apoyar al tirano. Legitimamos a empresas y personas cada vez que elegimos, somos responsables.

Como base, en el campo puramente mercantil, al consumir colaboramos en el mantenimiento de una empresa, de una marca, de un sector o de una tienda. Nuestro consumo es el oxígeno que respiran y que nosotros suministramos constantemente. Cuando no elegimos una empresa, una tienda, una marca, le damos de menos para luchar contra la que si elegimos y damos un paso más (un paso pequeño, pero un paso) para colaborar en la perpetuación de unos y favorecer la desaparición de otros. Somos responsables de la configuración que toma nuestro mercado.

Eso no solo implica a las futuras opciones en este mercado para que nosotros como clientes podamos adquirir sus bienes, sino también define las empresas que podrán contratarnos como trabajadores o contra las cuales tendremos que competir el día de mañana al crear nuevas empresas o abastecer como proveedores.

Sabemos que nuestra acción (de compra) se traduce en un impacto sobre todo nuestro entorno, no solo en las estanterías de un supermercado.

Todo ello ha sido explotado (principalmente por los ya mencionados players del consumo responsable) y con un toque de la nueva RSC (y la nueva ola del emprendimiento social), para llegar a la conciencia del consumidor y apoyar la imagen del producto, su empresa y su empresario. Departamentos de comunicación se preocupan de mejorar la percepción de la compañía, como son sus relaciones laborales y toda su inversión en responsabilidad corporativa, incluso hacen esfuerzos en mejorar la imagen de un CEO que a veces dice cosas inadecuadas en los medios.

Así, mientras nos planteamoos comprar las marcas en las que nos gustaría trabajar (para asegurar que siguen existiendo mañana), debemos como empresa hacer lo posible por que no solo nuestros productos sean atractivos, y con un marketing mix adecuado (lo que conocemos por las 4 p) sino sumar a estos esfuerzos un trabajo adicional sobre la marca y la información que lo clientes tienen de nosotros: desde lo bien que pagamos a los empleados hasta las opiniones políticas de nuestro CEO; ahora esto, también es parte de la ecuación de venta.

2 comentarios:

  1. Qué arte en plasmar por escrito lo que otros sólo acertamos a vislumbrar entre sorbo y sorbo de cerveza y pincho de tortilla (o en su defecto butifarra!)…

    Soy Elena, estuvimos en UEIA el finde pasado y me fui sin decir adiós. Así que he pasado por aquí para saludarte y creo que volveré más a menudo. Me has dado que pensar…

    Un beso y enhorabuena! Y por cierto: ¡la cámara te adora! ;)

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    1. ¡Muchas gracias Elena! La gente va a creer que eres mi madre :)
      Fue un placer trabajar contigo este fin de semana.
      A ver si tomamos otra cerveza y a ver si me inspiro para otro post :)

      un abrazo fuerte guapa! Y gracias de nuevo.

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