miércoles, 26 de marzo de 2014

El negocio inmobiliario contra el emprendimiento

El mercado inmobiliario ha sido el protagonista de la plenitud y el climaterio de nuestro país durante los últimos 15 años. Esto es un hecho.
 
Pero hoy en día la mayoría de las rondas de inversión en las que los emprendedores muestran sus ideas en busca de alguien que crea en ellos, valoran especialmente los proyectos puramente digitales.

Al principio estaba convencido que esa fijación por el emprendimiento digital se debía a la moda, la escalabilidad del entorno on-line y todo eso, pero tras analizar algunos proyectos de entornos no digitales, me pregunto: ¿no será la dependencia del mercado inmobiliario una de las principales flaquezas de los negocios off-line? Esa necesidad de tener un espacio físico, un local, una tienda puede ser un lastre más pesado de lo que parece.

En nuestro sistema económico, el cual nos gusta pensar está orientado a potenciar la iniciativa privada, cuenta con un punto débil destacable: la adquisición de bienes inmuebles se ha constituido como negocio. Eso implica que cuando un sujeto adquiere un bien inmueble, espera poder generar negocio sólo de ese hecho, de esa propiedad. Esto implica de forma directa que en el caso de querer abrir un negocio (físico, como una peluquería) la rentabilidad del mismo debe incluir (más allá del coste directo, el margen de la empresa y el coste de capital) el beneficio que el propietario del inmueble espera recibir por éste.

A diferencia de la rentabilidad que exige el capital, la rentabilidad que exige el alquiler de un inmueble no guarda una relación directa y comparable con el capital dispuesto (cuando pides un préstamo el pago de intereses está ligado a la cantidad solicitada). Igualmente no existe una regulación sobre ese precio (existen leyes contra cobro de intereses abusivos, pero ninguna que regule alquileres abusivos), lo que permite un nivel de especulación mucho más elevado (también al tratarse siempre de bienes únicos, no existen dos inmuebles idénticos, mientras que el capital está totalmente indiferenciado). Eso comporta que ese coste no se puede prever de antemano ni controlar de forma completa.
 
En el entorno on-line se ha dado un caso parecido (o un intento, ya que internet es más difícil de vallar), aunque menos dañino, con la especulación con dominios. Nuestro sistema permite que, aquellos que sin ningún interés por crear nada, sólo por ser los primeros en comprar un dominio, puedan ganar dinero especulando a costa de los que sí que tienen la intención de generar empresa. Esto implica al final de proceso que los clientes pagan los bienes y servicios que ofrece el empresario con un sobrecoste para poder hacer frente al coste adicional que impone ese especulador (que ha revendido un dominio por un precio desorbitado, igual que un propietario vende o alquila un inmueble a un precio desmedido). En esta economía que favorece la especulación, todos pagamos en cada compra el sobrecoste de la misma. 

Nos encontramos en un momento histórico en el que sólo modelos de negocio con altos márgenes (quizás por usar materiales de bajo precio, pagando sueldos bajo….) pueden permitirse cubrir ese coste que impone el especulador. Lo que sesga nuestra economía quitando valor al trabajo, la calidad o al emprendimiento para darlo a la propiedad. Eso plaga las calles principales de nuestras ciudades de tiendas que cobran un alto precio por productos que no lo valen, sólo para hacer frente al coste de localización que les impone la propiedad.

Pagamos ese sobrecoste del propietario cuyo mérito es sólo "ser propietario". No crea nada, no aporta un valor, quizás ni tan sólo adquirió la propiedad si no que la heredó de un tercero, pero es le damos un peso importante en nuestra economía.  

En ese punto, ¿la especulación de la propiedad no es contraría al emprendimiento y como tal a algunos de los preceptos del sistema capitalista? ¿debemos entenderlo como un efecto nocivo que viene del interior del sistema?

Vivimos en un sistema semi-feudal, en el que la perpetuación de la propiedad está mermando nuestra economía (sin contar con lo que ha hecho el mercado inmobiliario a nuestro país), donde el control que tiene la propiedad afecta directamente en el beneficio empresarial sin ningún control. 

Soñemos en un sistema en el que el emprendimiento y el trabajo se valoraran por encima de la propiedad. Sería el modo real de estimular la productividad y la eficiencia. Mientras tanto, nos quedará emprender en internet. Hasta que alguien encuentre el modo de parcelarlo y repartirlo, claro.