lunes, 29 de junio de 2015

La economía de los recursos escasos: la importancia del tiempo y las personas

la importancia del tiempo, las personas y el talento
En la universidad nos explicaron que la economía se describía, genéricamente, como la gestión de recursos limitados para la satisfacción de las necesidades.  Pero, ¿cuáles son esos recursos?; ¿hablamos de recursos minerales, naturales, humanos, económicos...? 

De hecho en nuestro imaginario tendemos a reducir esa respuesta a 'personas y dinero'. Una simplificación fruto de nuestro mundo actual y el modo que tenemos de entender el "funcionamiento de las cosas".

Pero si analizamos el concepto "recurso escaso" podemos llegar a equipararlo a las dimensiones que limitan nuestra realidad, es decir el tiempo y el espacio. Dos recursos finitos e imprescindibles para cubrir las necesidades de la sociedad.

Si bien hoy en día esta visión no explica completamente la economía, nos puede ayudar a comprender mejor su funcionamiento.

Volvamos a ese origen: a la importancia de la dimensión espacio. 
La variable espacio tiene un peso crucial por su clara escasez y por el hecho de ser evidentemente imprescindible. Las ciudades se encarecen por que 'ya no cabe más gente' en ellas. La producción de un país alejado de sus consumidores tiene un coste más elevado debido a  la necesidad de transporte.

Parte de nuestro sistema económico ha sido construido sobre el valor del espacio. El sentido de nuestro sistema inmobiliario radica en la escasez del espacio y de la posición privilegiada de unos espacios frente a otros (antiguamente la ventaja comparativa era, por ejemplo, la cercanía a una fuente de recursos naturales, hoy es la cercanía a un flujo de personas o consumidores).

La necesidad de espacio ha sido estudiada desde siempre por el hombre, la localización de núcleos urbanos se basaba en acercar personas y recursos necesarios para la vida (como el agua), garantizar la seguridad o concentrar actividades y personas.

El coste y la importancia del espacio han motivado la creación de rascacielos, la intensificación de la agricultura, los usos compartidos... De hecho un modo de reducir el coste de un bien o servicio es ajustar la necesidad de espacio o de transporte,en este sentido, los procesos JIT (just in time) o el modelo de almacenamiento de IKEA son un gran ejemplo de como un ahorro en espacio puede mejorar la eficiencia. Podemos decir que si logras un output idéntico a un competidor con un menor consumo de espacio puedes disruptar su modelo.

Aquí encontramos una de las grandes revoluciones de nuestro tiempo: internet. 
Un espacio nuevo, universal, infinito, omnipresente y de bajo coste que al aparecer permitió justamente disruptar gran variedad de modelos de negocio reduciendo o eliminando las necesidades de espacio (oficinas, puntos de atención, centros de comunicación). Internet acerca a las personas y elimina barreras. 

Para bien o para mal, internet no elimina la necesidad del transporte de bienes materiales (aunque facilita mucho una logística eficiente), debido a eso beneficia especialmente al mercado de los servicios intangibles que pueden ser prestados de forma remota; y genera una gran oportunidad al mercado de bienes materiales de acercarlos a sus clientes o presentarlos a distancia. 

Existen miles de aspectos apasionantes alrededor de como el hombre ha luchado para gestionar el espacio. Hemos creado sistemas en red de abastecimiento para asegurar el menor coste de transporte en cada transacción, procesos que predicen el consumo de bienes para reducir stocks, proyectos de producción por pasos para acercar el bien al destinatario en cada fase de producción...

El espacio es finito, pero no lo hemos ocupado todo (ni lo vamos a ocupar por ahora), así que los principales drivers del coste en espacio son la necesidad de transporte (lejanía/cercanía) y la localización oportuna (estar en el sitio correcto/ adecuado; lo cual se ve afectado por los sistemas de valor de los que hablaremos más tarde). Internet creó un lugar donde los bienes estaban en una localización oportuna siempre (o se podían presentar en esa localización) y de aquí su revolución. Algunos servicios (los masajes no, pero sí el consejo legal) se podían prestar a distancia, sin coste de transporte, por lo que rompieron completamente la barrera espacio; y se encontraron un concepto nuevo que era el espacio digital (el coste de estar en los sitios donde la gente lo verá) pero eso sería objeto de otro post.

Lo curioso es: ¿qué pasaría si mañana creáramos una máquina que pudiera teletransportar bienes? Eliminaríamos la variable de transporte de la dimensión espacio. Y si pudiera transportar personas podría incluso reducir la variable oportunidad. La gente podría vivir en una isla de Filipinas e ir a trabar al centro de Madrid. Sería un mundo curioso en el que esa tecnología sería probablemente el bien más preciado. Toda la economía basada en transporte caería y con ella los combustibles fósiles (sin olvidar el sistema impositivo de muchos países que se mantienen con las altas tasas en hidrocarburos, automóviles, peajes..) y viviríamos una auténtica explosión de la burbuja inmobiliaria. En este sentido, si la impresora 3D finalmente logra servir productos bajo demanda con un resultado adecuado no estaremos tan lejos de una pequeña revolución de "la máquina de teletransporte".

En esa realidad el factor “tiempo” y el coste hora por persona se revalorizaría, así como el conocimiento y aspectos clave como la seguridad (mucho más comprometida en un mundo sin barreras).

Pero lo más curioso, es que no sería igual si la máquina que se inventará permitiera viajar a través del tiempo.

El tiempo es el recurso. 
Lo ha sido siempre. A pesar de que podamos viajar de un año a otro ,el tiempo es finito para cada uno de nosotros, la dedicación a una tarea u otra es determinante y no permite pluralidad. El valor tiempo tiene dos aspectos para su valoración: la escasez de nuestro propio tiempo y el tiempo de espera o necesario para un proceso. Si bien una máquina del tiempo permitiría que trajéramos del futuro producciones que estamos empezando (algo muy humano lo de especular con el futuro) no lograríamos alargar nuestra propia capacidad de producción. La auténtica revolución en este sentido sería, bueno es, la mayor esperanza de vida. Como más tiempo podemos vivir, más tiempo hay en el “mercado”, lo que devalúa el recurso a al vez que permite a ese mercado producir mucho más. De aquí que, seguramente, la mayor revolución de los últimos años no ha sido internet, si no la incorporación de la mujer en el mercado laboral. El espacio para algunos servicios se vio recortado gracias a internet, pero con la incorporación de la mujer en el mundo laboral hemos duplicado la capacidad de producción (¡Duplicado! Se dice rápido pero es increíble).

¿Y si fuéramos eternos? 
El tiempo seguiría teniendo valor, el concepto de dedicación o de “invertir nuestro tiempo” en un aspecto u otro seguiría generando esa diferencia. De hecho no siempre contratamos tiempo de otros para hacer cosas que no sabemos hacer a veces es simplemente que no nos apetece (por mucho tiempo que nos sobre) o que es mejor que hagan otros (considerando esa lectura de la división del trabajo de la que habla Smith). Nuestro tiempo, aunque infinito cuenta con un aspecto subjetivo clave, y esa parte es inalienable.

El tiempo es requisito básico para aprender, para hacer y también para transportar. Si decíamos que un modo de disruptar a una empresa es crear un modelo en el que se reduce la variable espacio, esto es más cierto cuando esa reducción se consigue sobre la variable tiempo: lograr producir lo mismo en la mitad de tiempo o con la mitad de personas, en general hacer que llegue antes a su consumidor, es un ahorro claro en el recurso clave.

Claro está, la reducción de tiempos es muy compleja, por lo tanto lo que se ha hecho en muchas ocasiones ha sido abaratar el recurso: de nuevo hablamos de aspectos como des-localizar producciones. Pero en ese caso debemos tener claro que no estamos tratando la variable tiempo de verdad, si no una variable “valor o coste” que no es absoluta, por lo que esa modificación del modelo probablemente no será sostenible a lo largo del tiempo y no será diferencial.

El sistema de valor, es uno de los factores adicionales para comprender la gestión de los recursos. Hablamos del sistema de valor a la determinación de que un bien tenga un precio mayor a otro, o a que ese precio cambie en el tiempo o por localización. En principio el valor debe estar ligado al aspecto del recurso (cuesta más algo que se tarda 5 años en producirse que algo que tarda tres) pero puede estar ligado a modas, necesidades y siempre estará vinculado al concepto de escasez (escasez no absoluta, si no relativa al volumen de la necesidad) .

Por ejemplo, cuando hablamos de la variable espacio, la des-localización de producción y el transporte juegan además aspectos de prestigio en las empresas: producir en países que no respetan los derechos humanos o contar con una elevada “huella de carbono” debido a largos transportes. Ese prestigio juega un papel en la valoración que repercute en el ahorro/coste de los modelos de uso del espacio.

Debemos tener en cuenta los sistemas de valor, pero sin olvidar que son "un condicionante", no un recurso per se.

Otro factor adicional clave es la tecnología. 
De hecho podemos entender la tecnología como una mejora en la forma de hacer las cosas (hablamos de técnicas, procesos...) que en su avance, incrementa la eficiencia de los recursos. Son tecnología la aparición de los ordenadores, las líneas de teléfono, o el telar mecánico, igual que los procesos para recoger la fruta. 

Por mi parte, prefiero definir tecnología como la consolidación, tras un periodo de tiempo, del ejercicio del talento de las personas. Ya que el talento sería esa capacidad de hacer que las cosas pasen, que las cosas cambien y como no, de desarrollar procesos y técnicas que mejoren el estado de la tecnología. La tecnología la desarrollan personas invirtiendo su talento y su tiempo.

Y aquí llegamos al talento (aquí es donde se nota que paso horas escuchando a Juan Carlos Cubeiro). 
El talento es un concepto curioso, podemos entenderlo como otro condicionante de los factores, pero un condicionante muy relevante: el talento es lo que haría que una personas o un equipo de personas pudieran llegar a un objetivo o resultado consumiendo menores recursos que otros. Siendo ese resultado potencialmente una mejora en la técnica que signifique que el resultado general mejore. De este modo, debemos entender que son las personas entonces quienes, a través de herramientas como los sistemas de valor o la tecnología, dan forma a los dos grandes recursos de la economía (con un curioso círculo virtuoso a través del cual la mejora en tecnología facilita el desarrollo del talento que puede seguir mejorando la tecnología...)

Y me pregunto: ¿son los economistas conscientes de la importancia del talento en la economía? Y los gestores que buscan esa eficiencia de recursos para responder a necesidades ¿saben realmente gestionar el talento para ello? 

lunes, 30 de marzo de 2015

El Marketing de lo GRATIS


The White Blank - Marketing y estrategia - Gratis Las estrategias de gratuidad no son nada nuevo. "Lo gratis" ha sido utilizado desde siempre en las acciones comerciales de todo tipo de empresas. Este tipo de estrategias se encuentran en infinidad de modelos desde la panadera que regalaba un bollo a los hijos de sus mejores clientas hasta las empresas con "modernos" modelos "fremium" cuya captación de volumen para hacer negocio se basa en la gratuidad.  

La palabra "gratis" tiene un efecto muy positivo en la mente de las personas, desbloquea parte de sus inhibidores de decisión.  El experto Dan Ariely ha analizado el "poder de lo gratis", y como él muchos más han ahondado en el impacto de esta palabra en la mente del cliente (que supera el efecto del término "nuevo" por ejemplo). No es sorprendente entonces que sea una de las palabras más utilizadas en publicidad y de las más buscadas y usadas en internet. 

El efecto en neurología del uso de "gratis" lo podéis comprobar por vosotros mismos en una conversación: es una de esas palabras mágicas que modifica la percepción del receptor y cambia su disposición hacia nosotros. Esa reacción no se debe sólo al efecto "racional" del "homo economicus", se trata de algo que nos afecta de forma instintiva e impacta directamente en la forma de comprender el mensaje y empatizar con el emisor (que automáticamente deja de ser un "adversario" para ser "amigo" ya que no nos quiere "quitar" dinero a cambio de algo, si no que nos "regala" algo). 

Si bien en algunos casos el (mal)uso de este tipo de tácticas puede generar desconfianza al cliente/consumidor (y con eso no activar el estímulo que debe o incluso generar un efecto opuesto al deseado). Por eso a la hora de utilizarlas debemos tener en cuenta algunos factores: 


1. Gratis, pero conocido
Algunas campañas siguen trabajando con conceptos como: entra y te damos "un regalo", o al comprar algo te hacemos "un regalo"... un tipo de campaña que tiene varios defectos: de entrada, "regalo" no es "gratis" el término gratis es más poderoso que el término regalo (la gratuidad no comporta nada a cambio, los regalos se vinculan a actos, favores o sucesos para activarse). Además, a la gente no le atraen los regalos o premios que no conocen: no se puede estimar su valor (y por ende no se genera el deseo sobre el mismo). Este tipo de promoción se percibe como de "poco valor" y sólo tiene de atractivo el factor sorpresa (no debemos desestimarlo, pero es mucho menos poderoso). 
Si explicamos lo que vamos a regalar o dar "gratis" el cliente podrá estimarlo, valorarlo y desearlo de verdad (eso lleva el poder de la promoción más allá del momento de la misma ya que el valor de lo que se conoce y entiende se recuerda).  


2. Gratis, pero con valor
Si decimos que se debe contar lo que se da gratis, es evidente que ese algo debe tener valor para ser atractivo. El uso de productos sin valor como ganchos gratis ha afectado el interés de los clientes en este tipo de promociones, dar cosas sin valor puede captar a corto plazo pero afectará al posicionamiento de la marca (nos asocia a prácticas poco atractivas - por decirlo finamente).  

Es importante en este punto entender qué es el valor y qué da valor: el valor es diferente de cliente a cliente y de marca a marca (una gorra de la marca Ferrari tendrá mucho valor, una de la carnicería de la esquina tendrá mucho menos). Si queremos que el regalo predisponga al cliente de forma positiva a la marca o premie alguna acción que le pedimos al cliente, debemos darle valor que perciba como tal (una valoración que no tiene porqué estar vinculada al "precio" o "coste" del elemento y que cambia de cliente a cliente).  

3. Gratis, pero porqué
El cliente debe entender porqué le damos algo gratis. Eso es fundamental para superar la desconfianza. La gente entiende que "nadie da nada gratis", por lo que el cliente debe entender porqué le damos alguna cosa evidenciando el motivo: danos tus datos y te regalamos un mes de prueba; compra el producto A y te regalamos una muestra del producto B... 

Los clientes a los que se les ofrecen productos o servicios gratuitos sin más y no entienden el motivo podrán generar barreras adicionales a la marca y más resistencia. 
Es importante introducir aquí dos puntos relevantes: 
  1. Las nuevas generaciones se están acostumbrando a lo gratis. Las nuevas empresas y los modelos basados en tecnologías e internet han hecho que muchos jóvenes estén acostumbrados a la gratuidad y se cuestionen menos el motivo de los mismos, a este público a veces lo difícil es justificarles los precios de servicios que han conocido como gratuitos. Un buen ejemplo son los periódicos (ya tenemos generaciones de consumidores que se han criado con los periódicos gratuitos y nunca han pagado por la actualidad)
  2. Algunos entornos o "usos y costumbres" (como el entorno digital o las ferias de muestras) reducen la resistencia a la gratuidad. Ya que los usuarios lo entienden normalizado. 
  3. En ambos casos el conocimiento de los modelos económicos basados en la publicidad son la clave (no es necesario que les expliquemos a los clientes el motivo de lo gratis, ellos interpretan - sea cierto o no- que ganamos dinero con la publicidad de su entorno).


4. Gratis, pero con estrategia
La gratuidad es una forma de promoción muy poderosa pero debe utilizarse dentro de una estrategia lógica: el abuso de la gratuidad en un servicio o producto puede menospreciar el valor del mismo (si algo lo damos muy a menudo gratis será difícil que alguien lo quiera pagar luego). La gratuidad está más indicada para: 
  • que la gente "pruebe" un servicio del cual confiamos mucho en su experiencia (si el servicio o producto es malo, la gratuidad es una vía directa al fracaso) un buen ejemplo las pruebas del servicio premium de www.spotify.es
  • para potenciar el conocimiento de una marca en la que el cliente no conoce (le das una oportunidad a la marca y la conoces, estás comprando notoriedad) como los viajes gratuitos que regala www.cabify.com http://www.cabify.es/es/homeanuevos clientes para captar nuevas cuentas. 
  • como acelerador para toma decisiones (de un producto principal) una de las técnicas más usadas en empresas como Yves Rocher (unos grandes del marketing!)   
  • captación de datos de clientes para acciones posteriores, como las entradas gratuitas que regala www.zapper.com para nuevos registros en algunos eventos (al darte de alta y pagar esos 0€ de entrada a través de su aplicación. 


Con todo esto y aunque suene a broma, lo gratis vende mucho
Eso sí, si no se va con cuidado y se siguen las indicaciones correctas lo gratis puede salir muy caro.