miércoles, 18 de octubre de 2017

Instagram: etiquetando el mundo, enseñando a las máquinas a entender imágenes

Instagram sigue creciendo de forma espectacular, se está convirtiendo en la red social por excelencia y es gracias a su encaje con nuestro actual estilo de vida: rápido, visual, impulsivo… No quiero hablar de los datos de Instagram, para ello hay miles de grandes artículos en los que se comenta su crecimiento, el florecer de los influencers, las oportunidades comerciales, su incorporación de storys para atacar a snapchat, el no parar de crecer en seguidores, posts y porqué todo el mundo adora esta red (para ello os dejo un artículo que habla de todo eso). Hablemos de porqué es tan interesante Instagram para sus creadores y quienes lo explotan. 

Instagram logra algo nuevo: convertir imágenes en datos.

La ley de Moore (muy recurrida por miles de ponentes para hablar de la velocidad a la que el mundo cambia) ejemplifica el crecimiento exponencial de información disponible en el mundo, y a nadie se le escapa que sólo las máquinas tienen la capacidad necesaria para procesar toda esa información. De aquí el constante mensaje del “big data” y de la cada vez más presente IA. Si bien, la limitación que tiene una máquina para gestionar esa información es justamente comprender esos datos para procesarlos correctamente, para construir a partir de ello.

Las imágenes han sido históricamente complejas de procesar en datos: una máquina puede interpretar aspectos claves (aquí hay una cara, esto es el color rojo) o incluso reconocer patrones (este rostro es el de esta persona - algo que Facebook nos demostró ya en 2014 con su elaborado reconocimiento facial) incluso puede reconocer patrones a partir de grandes modelos de datos (comparando por ejemplo rostros considerados atractivos para inferir la posibilidad de atractivo, o el controvertido modelo Gaydar realizado en Stanford, para estimar las probabilidad de que alguien sea homosexual por sus facciones), pero lo que no podrá una máquina es realizar la estimación de forma espontánea y decir “esta persona es graciosa, este traje es elegante…”. Por eso es la labor de los 400 Millones de usuarios de Instagram puede ser tan valiosa para el desarrollo de la Inteligencia Artificial. Todos ellos ponen "hashtags" (atribuyen valoraciones ) a cada imagen, a veces relacionada con sitios, personas y eventos. Todo ello refrendado por likes y comentarios que legitiman una afirmación. Convirtiendo cada fotografía en un enorme grupo de datos, mucho de ellos en forma de etiqueta, que facilitan su interpretación.

No en vano Instagram es conocida como la red de los hashtag. Favoreciendo (sin límites de espacios) que los usuarios etiqueten tanto como puedan (que ellos verán recompensado con más likes provenientes de las navegaciones por etiqueta de los usuarios y de las recomendaciones en la sección de “exploración”). Eso sí, Instagram penaliza el uso de un volumen muy alto de etiquetas (+30 hashtags) para limitar el uso de aquellas innecesarias o que no tienen relación con la imagen la versión instagramer del SPAM). 

Toda esta información, en una primera derivada, implica que a un usuario se le muestren imágenes con etiquetas ligadas a lo que publica o puntúa. Si bien, en un segundo estadio, permite que millones de imágenes puedan nutrir sistemas de información para generar modelos informáticos que permitan entender qué aspecto tiene una cara de mil likes  y que le diferencia de una con sólo dos, o qué tienen en común las fotos de vestidos que arrasan: eso permitirá a esta máquina elegir qué vestido se venderá mejor de entre un catálogo o incluso diseñarlo, logrando con ello que la IA se haga con un campo que pensábamos reservado a las personas: el “gusto” o la “creatividad”.  Aquí os dejo un artículo que encontré al escribir este post en el que se explica como Amazon esta utilizando la IA para crear herramientas de diseño.

Así, Instagram, con todas esas etiquetas para cada imagen, no sólo logra hacer que las máquinas puedan “ver” si no que son capaces de interpretar esas imágenes y con ello, aprender y desarrollar nuevas competencias que hasta ahora creíamos reservadas al ser humano.

Por supuesto, la revolución de la IA aún tardará en llegar y en ser efectiva, mientras tanto, me tranquiliza ver que mi correo electrónico sigue dando problemas, Facebook me recomienda cosas que ni entiendo e Instagram me muestra textos en ruso… tan listas no serán las máquinas (aún).