martes, 16 de octubre de 2012

Oiga, ¿yo a un corrector para qué lo quiero?


Hace unos días, una compañera compartía a través de facebook el anuncio de una importante compañía de seguros. El claim aparecía con un cuerpo de letra muy grande en carteles situados en OPIs de toda Barcelona, y decía: “PER QUÈ PAGUES TANT SI REBS TANT POC?”, que en castellano sería algo así como “¿POR QUÉ PAGAS TANTO SI RECIVES TANTO POCO?”.

2 errores ortográficos en 8 palabras. ¿Gazapo o desidia? ¿Una serie de errores encadenados? ¿Prisas en la validación de los originales? Es algo que no resolveremos y que tampoco es el objetivo de este artículo.

Las normas no son inventos de los lingüistas ni su cumplimiento un capricho de maestros y profesores sádicos de lengua. Las normas de escritura tienen una función comunicativa: debemos compartir un código para que nos podamos entender. Escribimos palabras con unas letras concretas, en un orden determinado, con unos signos de puntuación predefinidos para que la persona que lo lea entienda lo que le queremos transmitir.

Un texto con errores no nos permite entender bien el mensaje, porque nos hemos distraído con los gazapos. Además de restar comprensibilidad, puede tener un efecto secundario emocional en el lector. ¿Qué pensaremos de una empresa que es capaz de publicar un anuncio con esos errores? Como mínimo, crea desconfianza. Los errores se transforman en el mensaje que la empresa no quiere transmitir.

¿Recuerdan los centros de informática PC City?, ya desaparecidos. Tenían una tienda en la Ronda Sant Antoni de Barcelona. Nos gustaba ir a ver sus carteles, no para conocer las ofertas, sino para buscar errores ortográficos. Y siempre había alguno. No afirmaré que su fracaso empresarial se deba a sus problemas ortográficos, pero sí que puede ser un síntoma. Una empresa que no atiende a esos pequeños detalles, es probable que no atienda a muchos otros que son los que hacen posible el éxito de un negocio.

Los correctores profesionales te cuentan cómo, con la crisis y para reducir costes, se ha bajado el nivel de calidad de las correcciones y que se hace un uso indebido de las herramientas automáticas. Cuando el coste de corrección y traducción representa un porcentaje alto del coste de producción de determinados materiales, puedes entender el recorte. Pero no estamos hablando de publicar un libro sino de elaborar un cartel con poca cantidad de texto. Una corrección de este tipo no costará nunca más de 20 euros ni se demorará más de 40 minutos. Esta cifra representa una parte muy ínfima del coste de la campaña. Lo que sí que tendrá un gran coste será la substitución de los carteles, si la empresa decide hacerlo, y/o asumir el coste en la reputación ante sus potenciales clientes.

Estoy convencido que el cartel sí que pasó por las manos de algún abogado para validar el cumplimiento de la legislación vigente en materia de publicidad y del sector asegurador. Con ello, la aseguradora se quiere evitar la multa por publicidad engañosa. Incumplir con las normas de la lengua no está penado por la ley, aunque el descrédito de la marca y el coste económico puede ser igual o más grande que si de una multa se tratara.

Con las prisas y los presupuestos recortados, cometemos a menudo el error de querer hacer más de lo que debemos. Los marketinianos seguramente seremos los más indicados para vigilar que se cumpla el manual de la marca. Pero dejemos las palabras a los expertos, que no quede por 40 minutos ni por 20 euros.





por:Lluís Salart
Cuando la sociología conoció el marketing, y se hicieron amigos.
Account Manager en Valores & Marketing

9 comentarios:

  1. Jajaja, errores y en català :) Eso me resulta familiar. Gran post

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  2. Muchas gracias a las dos! Lluís es muy grande, ya lo veis :)

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  3. Para alegria de todos, diremos que el error se ha corregido, y que los OPIs lucen ya el anuncio sin errores.

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  4. Sóc lingüista, i la deixadesa ortogràfica de les empreses (sobretot quan són grans empreses) em fa repensar si en vull ser client! A més, els lingüistes (correctors, traductors) som un cost més que assumible...

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    1. Moltes gràcies pel teu comentari Segona; sens dubte el preu de fer les coses bé no es pot comparar ni de lluny del cost de tolerar els errors. Perdre un client es molt més car que pagar un corrector. En aquest sentit, tambè crec, com tu, que el nostre consum es la nostra forma d'expressar el nostre parer en el mercat.

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  5. D'això, el post és fantàstic, però se t'hi ha colat una catalanada al final: "no nos vendrá de". ;-)

    Una catalana que fa cinc anys que viu a Madrid.

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  6. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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